jueves, 7 de julio de 2016

El mundo está jodido

Soy un joven estudiante de 19 años y escribo un libro, lo que es algo anormal en un chico de mi edad. Hoy en día podemos considerar cosas normales de gente de mi edad el estar conectado en todo momento e informar a los demás las cosas de mierda que están haciendo en sus monótonas vidas (y hablando de mierda: no le acabo de ver el sentido a twittear: “Cagando”, me parece algo desagradable). Más cosas normales: vestir a la moda que se traduce en llevar unas camisetas con estampados de hojas de marihuana (algunos chavales más pequeños llevan de hojas de palmera, me pregunto si realmente sabrán que son diferentes), llevar gorras con la talla sin quitar: ¡mira mira que pedazo de cráneo tengo nena!, o ponerse unas zapatillas blancas feísimas que no sé de dónde mierda las sacan. La literatura ya no se considera una actividad normal para adolescentes a no ser que te pilles la biografía de Cristiano Ronaldo o el “libro troll” de ElRubius. Y esto es uno de los motivos que me impulsaron a escribir: si la maldita Belén Esteban saca un libro y se convierte en bestseller, imaginaos a qué nivel se debe elevar un libro escrito por alguien que no sea deficiente perdido.

Como ya habrás observado, la juventud de hoy en día está bien jodida. Estudio ingeniería por lo que estoy bastante al tanto de las nuevas tecnologías y aun así no comprendo qué le puede ver la gente de divertido a pasarse 5 horas diarias en el maldito Facebook. ¡Ni en mis mejores tiempos con el pokemon me viciaba tanto! Eso sí los cabrones de hoy adictos al móvil eran los hijos de puta del pasado que me decían friki por jugar a la consola.

Si nos alejamos de los jóvenes y nos centramos en las personas maduras, también podemos observar ciertos patrones. La mayoría de ellos viven resignados en un trabajo sin futuro. Le dan su vida a las multinacionales a cambio de 1500 euros al mes. Con ese dinero, si te sientes algo deprimido, puedes ir a un Corte Inglés y pillarte una televisión plasma, un frigorífico que mantiene los alimentos frescos más tiempo o una bicicleta estática que seguramente pronto dejarás de lado. Y así se crea la falsa ilusión de libertad, pues esos trastos los vas a tener que ir pagando y de este modo te atas cada vez más a un trabajo que te drena la vida. Es decir, las personas maduras también están jodidas.

No tienes que trabajar por siempre, solo la mayor parte de tu vida hasta que te jubiles. Es entonces cuando puedes hacer todo lo que desees, ya no tienes que mantener un horario laboral de 9 horas diarias y puedes empezar a disfrutar de la vida. Sin embargo, ahora estás viejo y sin fuerzas y no puedes hacer lo que antaño habrías deseado. Así que para mitigar el dolor, enciendes la televisión y pones el telediario o el fútbol, o simplemente te reúnes con tus colegas ancianos para quejarte de lo mal que está la juventud en la actualidad. Los ancianos también están jodidos.

El mundo entero está jodido, todos construyen sus propias mentiras, viven con demasiadas contradicciones. No me gusta, ¿hay algún modo de romper con esta trágica rutina? Yo viviré bajo mis propios ideales, sin tener que inclinarme ante nadie. Antepondré la libertad a la obligación, la diversión a la monotonía, la realidad a la fantasía. Yo definitivamente necesito un cambio drástico.

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