sábado, 20 de febrero de 2016

Boxeo como filosofía de vida

Buenas a todo el mundo, en especial a esas bestias grandes y sudorosas llamadas comúnmente boxeadores. Veréis, ya hace casi dos meses que estoy yendo a boxeo para principiantes. Hasta ayer mismo, nos centrábamos en el físico (correr, flexiones, abdominales...) y la técnica, pero siempre haciendo series (uno ataca, otro defiende). Iba genial pero en la última clase nos pusieron a hacer entrenamiento "libre" en el que ambos atacamos y defendemos simulando un combate real, aunque cortándonos a la hora de dar golpes.

El caso es que recibías golpes y si alguno piensa "ya hombre pero tenéis guantes gruesos y apenas se notará", pues métete tú, listillo, a ver lo que duras. Sí se nota, desde luego. Nunca antes había practicado ese tipo de entrenamiento y me impactó mucho. Cuando se ponían a atacarme, yo retrocedía, retrocedía, retrocedía y acababa en la maldita pared de aquel laberinto sin salida. Cuando me daban algún golpe pensaba "Joder como duele", empezaba a retroceder y porque había chicas que si no me hubiese llorado un poquito.

Sin embargo cuando salí de la clase me sentí perfectamente, nada de morados ni dientes partidos (recordatorio: comprar protector bucal, nunca se sabe). Supongo que esa "infernal" práctica no era tan dura como pensaba. La impresión del momento y el miedo es lo que me hizo cerrarme de pensamiento y simplemente resistir a que toque la campana de final de clase.

Mi profesor dice que el boxeo es como un baile, y los boxeadores son los bailarines que interpretan el juego. Me gustaría verlo de este modo y es que la vida está llena de situaciones similares en la que tu mente no te permite disfrutar del baile por miedo. Va s a una discoteca, observas a una chica guapísima y te alejas por miedo a ese golpe que está formado prácticamente de miedo, aun sabiendo que finalmente no será nada. Pues oye no voy a ser tan débil. Estoy dándome cuenta que quiero boxear, asumir el riesgo, besar, tintarme de rojo, sin importar esos pequeños golpes. El único fracaso sería no seguir adelante, que te paralice el miedo, el rechazo, o lo que puñetas sea. Empieza el juego

No hay comentarios:

Publicar un comentario