sábado, 23 de enero de 2016

Dejar de pensar

Millones de pensamientos recorren nuestra mente a lo largo del día. Algunos son muy simples y otros realmente complicados. Sin embargo muchas veces son los mismos pensamientos, por ejemplo ¿qué hice mal con aquella chica? o ¿debería pedirle una cita?. Estas viejas cintas oxidadas se repiten en mi cabeza una y otra vez, y lo único que consiguen es que surja en mí ansiedad y preocupación. Por ello pienso que es tan importante dejar de pensar.

No, no vas a ser más idiota por pensar menos; de hecho no se trata de pensar más o menos sino de cuándo hay que hacerlo. Nuestra mente es una poderosa herramienta, también peligrosa, que debemos aprender a aprovecharla para sacar el mayor rendimiento posible a algunas situaciones. No obstante cuando el artesano acaba su jornada deja el martillo en la mesa; no lo lleva cuando come, ni lo empuña mientras habla con mujeres, ni se acuesta con él. Con la mente pasa parecido: una vez hayamos acabado nuestra tarea es preciso dejarla descansar. No tendríamos que comer mientras pensamos en lo que haremos después, ni estudiar haciendo planes para el fin de semana, ni bailar pensando en qué decirle a esa desconocida. Todo llegará en algún momento, así que porque no centrarnos en el ahora y permitir que el futuro venga tranquilamente.

Encontrar el botón de "apagado" en nuestra mente puede ser realmente complicado. ¿Puedes dejar de pensar cuando tu quieras? Yo al menos no. Pero una vez lo encuentras imagínate todas las cosas que podrías haber logrado sin esa limitación que en ocasiones se convierte la mente. Hay una chica guapa sentada a mi izquierda, voy a decirle algo; quiero ir a algún pueblo lejano a descansar, voy a preparar la maleta; me encantaría tintarme de rubio, voy a la peluquería. Situaciones tan hermosas y sencillas como hacer lo que amas, con la mente pueden ser un problema. Pero y si la chica me rechaza; tengo demasiadas tareas para irme de viaje; ¿qué pensaría la gente?


A partir de ahora, intentaré pensar más cuando tenga que hacerlo y menos en mi vida cotidiana. Mi propósito será pensar menos y sentir más. Quizá llegue un momento en el que una vez me haya enamorado y haya sido traicionado mi mente me diga algo como debiste hacerme caso, yo sabía que esto pasaría. Intentaré mostrarle una sonrisa y seguir haciendo aquello que amo. Que los demás piensen lo que les venga en gana, yo sencillamente dejaré de pensar.


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